Como toda institución histórica,es natural que la lengua quechua en un período tan vasto como el diseñado haya venido evolucionando,debido a su empleo constante e ininterrumpido cuando no en razón de su contacto con otras lenguas,hasta adoptar la fisonomía que hoy ostenta.Esta realidad,advertida desde un principio por los historiadores y gramáticos de la colonia,los hizo decir que en muchas partes se hallaba tan diferenciada que parecía lengua diferente de la que entonces se consideraba como la variedad general.No andaban equivocados ciertamente,ya que,en efecto,las variedades quechuas del centro,antes como hoy,se imponían como formas bastante alejadas de las sureñas,en especial de la variante cuzqueña.
Sin embargo,a despecho de tales diferencias,se podía reconocer que éstas no estaban tanto en la sintaxis,compartida en lo esencial por todos los dialectos,sino en el léxico y en la pronunciación,como nos lo dicen los traductores del Tercer Concilio Limense (1582-1583),y también,agregaríamos nosotros,en su morfología.Tales diferencias pueden explicarse no a partir del cuzqueño,como pretendían vanamente demostrar los partidarios del origen sureño de la lengua,sino,por el contrario,tomando como punto de partida los dialectos centrales,mucho más conservadores y fieles a la protolengua,como que permanecieron siempre allí libres de contactos y expansiones que forzosamente simplifican y aligeran una lengua a medida que ésta gana terreno en boca de gente extraña.
Todo esto lo han demostrado hasta el hartazgo los estudios dialectológicos e históricos comparativos aplicados al quechua,probando lo que en arqueología había conseguido Uhle a comienzos del presente siglo:que los incas no eran los demiurgos de la civilización andina.
Ahora bien,gracias a los estudios mencionados,hoy es posible divisar en todo el territorio quechua por lo menos dos grandes grupos dialectales:el quechua central,por un lado,que se localiza en los departamentos actuales de Ancash,Huánuco,Pasco,Junín y serranías de Lima;y el norteño-sureño,por el otro,de carácter ”internacional”,que se ubica al norte y al sur de la rama central,más allá de nuestras fronteras,cubriendo los territorios de los países mencionados en secciones precedentes.
La configuración esbozada,al presentar una aparente contradicción en términos geográfico-territoriales,pues una misma rama –la norteña-sureña-encuentra una ruptura total en el quechua central,podría desorientar a los profanos y al mismo tiempo alimentar ilusiones a los partidarios del origen cusqueño de la lengua.Nada de eso:si al norte y al sur del territorio quechua encontramos variedades relativamente comunes en oposición a las centrales,ello es debido a que la matriz de donde se generaron correspondía a la de una variedad centro-sureña:a partir de ella se produjo una expansión hacia el norte primeramente y hacia el sur después.
Consideradas en su conjunto todas las ramas del quechua,la central,como se dijo,es la que acusa un alto grado de diferenciación interna,como resultado de su mayor antigüedad en el territorio ocupado.Le sigue en grado de diferenciación el quechua norteño hablado en el Ecuador,a la par que la rama sureña resulta siendo la más homogénea ,desde Huancavelica hasta Santiago del Estero (Argentina).Como se dijo,tales diferencias obedecen no sólo a la acción del tiempo ejercida sobre la lengua sino también a los desplazamientos y nuevos emplazamientos alcanzados por ella en tiempos protohistóricos e históricos.
La diversidad lingüística del quechua es,por consiguiente,muy marcada:de allí que en lugar de hablar,de una lengua quechua sería más apropiado referirse a ella como una familia de lenguas quechuas,por lo menos desde el punto de vista estructural.La inteligibilidad entre sus hablantes encuentra por ello serias barreras comunicativas no sólo entre una rama y otra sino incluso en el interior mismo de una de ellas:el quechua central:Señalemos,sin embargo,que así como acontecía en la época incaica,en la que no obstante las barreras que ya existían se había logrado una comunicación panandina,del mismo modo en la actualidad no sería utópico pensar en la posibilidad de alcanzar un alto grado de sintonía pandialectal siempre y cuando se den las condiciones para ello.
A falta de una verdadera política lingüística que fomente el uso del quechua (o del aimara,para no mencionar sino a nuestras lenguas más importantes),y,en cambio,con la hegemonización excluyente del castellano,las barreras interdialectales del quechua no sólo se ahondan sino que,al devenir de aquél en lengua común de manera exclusiva,detienen y neutralizan todo intento por superar los problemas de inteligibilidad panandina.Así,pues,la barrera interdialectal de tipo estructural se ve reforzada por las vallas de tipo sociopolítico que impiden la sintonización en quechua de los hablantes de diferentes ramas dialectales.
Autor:Rodolfo Cerrón Palomino.
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